“Los hombres y pueblos sin memoria, de nada sirven;
ya que ellos no saben rendir culto a los hechos
del pasado que tienen trascendencia y significación;
por esto son incapaces de combatir
y crear nada grande para el futuro.”
Salvador Allende
El conocimiento de lo sucedido, de lo acontecido, de la HISTORIA, es vital para cualquier pueblo. Su desconocimiento provoca la debacle y la repetición de desastres. El sistema actual en el que vivimos conoce este “dogma” a la perfección, por eso fomenta la desinformación, ya sea a través del cuarto poder omnipresente que manejan o dando una versión propia de la historia.
En España conocido es el caso de la Real Academia de la Historia (RAH) que tergiversando la historia contaba lo siguiente acerca del golpe de estado del general Franco y su posterior dictadura.
“Un pronunciamiento militar fallido desemboca en una guerra civil”
“Montó un régimen autoritario, pero no totalitario, ya que las fuerzas políticas que le apoyaban, Falange, Tradicionalismo y Derecha quedaron unificadas en un movimiento y sometidas al Estado. Una guerra larga de casi tres años le permitió derrotar a un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores”
Un pueblo que conoce su historia, reconoce sus errores y evitará volver a cometerlos. Tenemos el ejemplo de holocausto nazi y la actitud posterior del pueblo alemán o la labor encomiable que se lleva a cabo en algunos países latinoamericanos en pos de esclarecer las barbaries ocurridas. Sin embargo, hay otro gran número de países que no han tenido el valor de cerrar y aclarar lo realmente sucedido, con el riesgo de que esas heridas latentes resurjan cuando menos se espera, por más que se intenten tapar con declaraciones grandilocuentes o con leyes vacías de contenido real.
Meritorio es tanto saber rectificar como sentirse orgulloso de haber luchado a favor de la igualdad y los derechos de las personas. A ambos lados del Atlántico muchos fueron derrotados y silenciados, su voz se apagó bien porque desaparecieron o bien porque no quisieron saber nada después. Su lucha no difería de la que muchas personas mantienen en la actualidad en todo el planeta, a pesar de eso, reniegan de ese pasado, de esas banderas, de esas ideologías. Sin darse cuenta, están cometiendo un error.
Las sociedades y los individuos son fruto de la historia y de lo acontecido en cada lugar y en cada momento, por ese motivo aunque la ideología sea la misma, varía según la cultura en la que se desarrolle y el momento histórico en que se encuentre. Si no conocemos lo que nos precedió, el punto de partida, es complicado avanzar, ya que muchas veces se tiene que volver a comenzar y el tiempo es finito.
“Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.”
Marco Tulio Cicerón
“Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche.”
Marcelino Menéndez Pelayo
Si el pasado es claro y se comprende, las experiencias vividas por otros han de servirnos de base, cuanto menos para no tropezar sobre las mismas piedras. Si bien, los tiempos cambian y aparecen nuevos factores, el núcleo de las luchas a lo largo de la historia se repite, al igual que la forma de actuar de los que tienen el poder.
Con esto, no se está pidiendo que se ensalce el pasado y sus símbolos, pero tampoco que se repudien. Ser conscientes de lo ocurrido y de donde se viene, puede ayudar a vislumbrar hacia donde se va.