“Estoy nervioso por ese sentimiento populista
que vemos contra las sociedades abiertas”
Carl Bildt, Ministro de exteriores sueco
(Moderaterna, partido conservador sueco)
El inicio del siglo XXI se esta caracterizando en el ámbito político europeo por el resurgimiento de los movimientos de marcado acento fascista o abiertamente nazis. Estos planteamientos políticos están infundiendo temor en gran parte de las sociedades europeas, fundamentalmente en estos momentos de crisis, en los que estas formaciones están logrando grandes cuotas de poder.
Esta nueva corriente bebe de aquellos movimientos que fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Tras un periodo de latencia, a adaptado la forma y estructura de su discurso, que en el fondo sigue siendo el mismo, a los tiempos actuales, camuflándose en el seno de instituciones democráticas. El fascismo fue vencido militarmente pero sus ideas subsistieron y en estos momentos rebrotan.
Los ejes básicos del pensamiento actual no han cambiado sustancialmente: nacionalismo férreo que conduce a la xenofobia, seguridad, proteccionismo, corporativismo, totalitarismo, antiliberalismo, etc. Como sucedió después de la llamada Gran Guerra la extrema derecha se está aprovechando de una gran crisis para resurgir. Estas ideas, que incluso llegan a seducir a miembros de las clases trabajadoras, han ido prendiendo en barrios obreros y en zonas periféricas y marginales. Con planteamientos populistas y demagogos que logran cautivar a los votantes en un momento de gran descontento, proclamas contra la corrupción, contra el sistema neoliberal, contra el desempleo, contra los recortes, defendiendo lo que nos hace parecernos a nuestros más cercanos, etc.
En definitiva, se ha convertido en un voto protesta. Pero a diferencia de principios del siglo pasado, la izquierda, que ahora vienen a llamar radical (como en el caso griego, con Syriza), no ha ocupado su lugar en la crítica al sistema liberal y en el ofrecimiento de alternativas serias. Ha dejado de lado a aquellos que aun siendo trabajadores no tienen conciencia política, ni conciencia de clase. Estas personas son el caldo de cultivo de la extrema derecha, hecho que se relaciona directamente que solo una minoría de los que les votan se declaren defensores de un régimen fascista.
Es necesario por tanto, que la izquierda lleve sus ideas a la gente, que se realice proselitismo, que vuelva a las calles. Posiblemente sea necesario adaptarse a los tiempos que corren y a los pulsos de la sociedad actual. No tiene ninguna lógica que trabajadores, mujeres u homosexuales tomen parte en cualquier movimiento de esta índole. Están yendo contra si mismos.
A día de hoy, ninguna formación de extrema derecha se encuentra al frente de ningún gobierno, pero controla ayuntamientos, regiones, provincias y ha entrado en coalición con otros partidos para gobernar, como son los casos de Holanda, Dinamarca o Italia. No sería raro, que de aquí a poco, alguno de estos partidos se alce con el gobierno de algún país europeo.
Hagamos una breve sinopsis de la posición de estas fuerzas políticas en los distintos países europeos.
1. Austria es el caso más destacado. En este país que se encuentra en el seno de Europa la tercera y cuarta fuerza política son de extrema derecha. El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) es respaldado por el 17,5 % de los votantes; y la formación Unión por el Futuro (BPÖ), una escisión del primero, por el 10,7%. Ambos partidos tienen el apoyo del 28,2% del pueblo austríaco, más que los socialistas o la derecha austriaca por separado.
2. Suiza. La Unión Democrática del Centro o Partido Popular Suizo (UDC) es la primera fuerza política con el 26,6% del apoyo por encima de los socialistas, liberales y centristas. Si bien, se ha de destacar que han perdido apoyos desde las anteriores elecciones donde obtuvieron sus mejores resultados con cerca del 29%. Se hicieron famosos en el mundo entero por cosas como:
Donde más fuerza está adquiriendo este tipo de formaciones es en países que se caracterizan en general por su alto nivel de desarrollo y con un potente estado de bienestar. Como es el caso de los países escandinavos.La representación en el resto de países de Europa se encuentra en torno al 5% o en la mayoría de los casos en valores próximos a 0. Por último, señalar que en el parlamento europeo, compuesto por 736 escaños, 32 pertenecen a la extrema derecha, unificados en el grupo Europa de la Libertad y la Democracia.
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